martes, junio 18

¿Qué título se le da a un beso?


Una historia de tardes lluviosas...

Había una vez unas ganas de besar a quien amas, no precisamente con quien crees llegar a pasar toda tu vida, un beso sin razón para la mente, un latido para hacer contacto como nos han prohibido hacer.

Tenía hermosos brazos sin un gran bronceado, con una peca por cada suspiro que le había hecho dar a ella. Un par de brazos que aguantaban la emoción de ella cada vez que le tomaba de la mano para caminar por el presente, entre ramas y plumas alternandose para caer sobre ellos. Ella le sonreía y el veía momentáneamente al suelo para asegurarse de que no cayesen los dos a causa de la gracia de cualquier piedrita... de sus ojos brotaba una llama como la que terminó por quemar el Edén, la inocencia que se asoma entre los enamorados que se acaban de reconocer en un espejo que les ha reflejado el alma. Una brisa sopló y el cabello le oculto el rostro, sin prisa él,  lo apartó disfrutando cada segundo del roce de su piel con las mejillas de la mejor obra de arte que Dios creó para él.

"Te amo..." susurró una nube, leyendo sus mentes...

Su mano derecha colocó el mechón de cabello detrás de su oreja, danzó en su cuello y beso sus clavículas con la yema del índice y el medio; cuando llegó a su destino, al fin, su mano izquierda le acompañó en la espalda baja de su amor, la brisa le dio un empujón,  la miró fijamente y alterno su vista entre sus ojos, su nariz, sus labios, su frente... su mano izquierda subió en imitación inversa a la derecha y con firmeza tomo su cuello y se acercó suspirandole para que el aire de sus espíritus se fuesen conociendo. Con calma, primero suave, después fuerte y lento,  logró amarla con su aliento, le besó.




lunes, junio 17

Ariel Empedernida


Extrañar el pasado es no recordar como respirar, es sentir náuseas cada vez que despiertas sin saber como es que podrías llegar a añorar aquello que solo servia para aprisionarte a ti, masoquista empedernida. Extraño las gotas de lágrimas que bajaban del cielo en Julio, en la misma forma en la que una sirena extraña el rutinario mar, en ese preciso orden de infortunios me hacen a veces falta mis ganas de llorar, mi sed por sentir puñales de mentira, atravesando mi espalda sin receso para respirar. "Es mejor sentirse mal que no sentir nada", me dijo hace unos 5 años el espejo, no puedo creer que haya pasado tanto tiempo, no es por deprimirte, ni para que sientas que me la quiero dar de mártir,  solo que esta noche me dio por extrañar las rejas del mar, eso es todo, ahora puedo ir a dormir en paz.