miércoles, octubre 30

Una hoja del diario


Tengo el alma seca, demasiado mojada como para que nada crezca en ella; solo podría dar a la luz tristeza y alimentarla hasta que se haya desarrollado lo suficiente como para suplantarme y empezar a vivir mi vida; mientras que mi alma, escondida, se retuerce buscando un acogedor escondite donde no existan las voces reales muy altas ni las imaginarias que susurran sin parar. Hablan bajito al oído de los que están cansados de tanto andar, les explican en un hilo de voz casi muda los pasos para acabar con tanta desdicha omnipresente para mi ánimo, traicionera para mi intento de estar tranquila e injustificable para cualquiera que pregunte como va mi día.

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